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La movida Chacón

Hoy en «Las mañanas de Cuatro»nos han planteado, como no podía ser de otra forma, las últimas reformas del particular duelo al sol en el PSOE. Era lógico tras el acto de perfecta factura icónica, simbólica y mediática que tuvo lugar en Olula del Río. Un ejemplo de buen hacer en el marketing político en el que no faltó ni la rosa, ni el conjunto rojo y blanco de la candidata, ni el mensaje a la federación socialista de más peso ni el limado de asperezas nacionalistas.

Pensaba yo la semana pasada que este lunes nos tocaría debatir sobre el contenido del programa de renovación del socialismo que propone Chacón. Ya hubo manifiesto en esa línea así que yo tenía mucha curiosidad por saber si Carme nos saldría monteburguista, y clamaría por la desmundialización, o si se inspiraría en Tony Judt para volver a las esencias de la socialdemocracia reintentada… La cosa es que me he quedado con las ganas. Sigo teniendo claro que Carme está ahí, que tiene ganas de ocupar el asiento, que ella misma sabe que este es su momento y que si lo deja pasar, pasará a la historia como tantos otros, pero del debate ideológico sigo ayuna. Hizo, eso sí, la candidata, un encendido elogio del movimiento. Así, tal y como hacían los DJ de los 80′ para menear la pista… «hay que moverse,sí, hay que moverse….». Lo peor que podría hacer, según Chacón, el socialismo español es quedarse quieto. No precisó hacía dónde ha de moverse, ni con que objetivo, ni a que velocidad, ni siguiendo qué principios. Sólo que hay que moverse. En esa cuestión puede discreparse de ella. La huída loca hacía un futuro incierto también es movimiento. Movimiento: ¡cuantas cosas se hicieron y se harán en tu nombre!

Lo cierto es que ahora el país lo que necesita es un jefe de la oposición. No se si hay quien se mueve como futuro candidato a la presidencia del Gobierno pero lo que va a tocar en los próximos años es conseguir que un PP con tal mayoría absoluta tenga enfrente una voz que le marque las líneas rojas y le exija explicaciones cuando vaya a rebasarlas. Eso es lo que esperan al menos muchos españoles. De momento este «movimiento» interno de los socialistas va a conseguir que cuando finalmente Rajoy, en persona, se nos aparezca de nuevo el mes que viene en el Congreso, no tenga enfrente a un líder de la oposición sino a un portavoz parlamentario que cubrirá el expediente con corrección en aras de la neutralidad.

Los problemas de la socialdemocracia española no son totalmente nuevos. Otros partidos europeos de su signo han pasado una travesía del desierto de la que tienen posibilidades de salir ahora. Ese debate sobre la esencia de la socialdemocracia en el siglo XXI ya ha dado mucho que hablar y que escribir en Francia, en Alemania y hasta en EE.UU. Las «primarias a la francesa» que ahora van a importar, supusieron en el país vecino la confrontación de candidatos pero, sobre todo, de visiones del socialismo. De Monteburg a Hollande todo un camino. Ese debate, que se realizó entre ellos incluso en las televisiones, atrajo a millones de franceses que lo siguieron como espectadores y que acudieron después a votar en esas primarias socialistas en un número mucho más alto de lo esperado. Las ideas cobraron vida y se confrontaron pero porque iban en el núcleo de la propuesta de unas personas concretas que aspiraban a ser líderes. Así funcionan las cosas y así implicaron a los franceses más allá de la militancia.

Pedir que se confronten ideas sin defender una diferenciada y concreta o instar al movimiento mientras se está parado en un mitin… Hay que predicar y dar trigo. Un PSOE unido y fortalecido no es una necesidad solamente para sus miembros sino también para el funcionamiento de nuestra democracia.

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